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DIEGO VADILLO LÓPEZ: "GLORIA FUERTES Y JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS, INYECTORES DE AMOR Y HUMOR EN LO DESAPACIBLE"

jueves, 19 de enero de 2017

GLORIA FUERTES Y JOSÉ LUIS ALONSO DE SANTOS, INYECTORES DE AMOR Y HUMOR EN LO DESAPACIBLE
Diego Vadillo López
Escritor, profesor y crítico de Arte y Literatura

Hay dos escritores en las letras españolas cuyo susurro literario se me antoja muy parecido. El hálito que siento al leer a ambos porta muy similares trazas, quizá porque ambos disponen encantadoras islas de ternura y humorismo literarios en el epicentro de los más desolados panoramas, esos que con tanta frecuencia acontecen en sus respectivas piezas (poéticas y teatrales). Por una parte plasman magistralmente la faz más desapacible de entre las ofrecidas por la realidad, a la que acostumbran a erigir en “leit motiv” de sus argumentos, y, por otra, incluyen ese rasgo de humanidad, afecto y fe en el ser humano, presto a aflorar cuando menos se espera, precisamente por residir en determinados reductos de lo inhóspito. La aludida ternura precisamente suele emerger de la manera más ostensible merced al contraste que tal revelación, en un momento dado, viene a suponer. Semejante riqueza de matices hace que la literatura de ambos se manifieste más cercana a la realidad circundante, dado que dicha realidad, qué duda cabe, es compleja y rica en matices.
            El humor de Gloria Fuertes y de José Luis Alonso de Santos es una característica ligada a sus respectivas visiones pesimistas, “ergo” hay un hondo componente existencial en el uso del humorismo por ambos. Pablo González Rodas apuntaba, en lo tocante a Gloria Fuertes, que en esta el humor vendría a ser una “coraza firme que impide el resquebrajamiento total” (1); en el caso de Alonso de Santos, César Oliva traía unas declaraciones de este en las que afirmaba sentirse iconoclasta y distante de lo cotidiano, circunstancia que conseguía reflejar muy afinadamente a través del humor (2).
            La ironía es habitual moneda de cambio en ambos, que, esperanzados en algún momento y descreídos a la postre, reflejan todos esos rasgos desalentadores que el colectivo panorama ofrece y tejen una literatura primorosa, dechado de perspicaz denuncia y hábil pericia técnica.
            Parece que, conscientes ambos de que la vida simultanea escenas diversas y dispares en una coreográfica y macabra inarmonía, se hubieran empeñado nuestros escritores en elaborar una literatura en la que todo cupiese y en la que todo contribuyese a la suscitación de la atmósfera idiosincrásica que ambos han ido tejiendo en torno a sus respectivos ingenios y por entre la cual la sordidez no es evadida y sí trocada tiernamente en múltiples ocasiones con humor y amor. En semejantes términos teorizaba González Rodas: “Más que un hacer, la poesía para Gloria es un deber; es estar consciente de la realidad que nos circunda y expresarla resaltando unas veces su belleza y las más, el desamparo, la injusticia y el dolor que la componen” (3). Sobre Alonso de Santos apuntaba lo siguiente César Oliva:

“‘Me han preguntado muchas veces por qué la mayoría de mis obras hablan de marginados y de víctimas que no se resignan a serlo’, dice el autor en una especie de breve introducción a ‘Yonquis y Yanquis’ (1996). En efecto, como en ‘Bajarse al moro’, en ‘Vis a vis en Hawai’, en ‘Salvajes’, como en tantos otros textos, José Luis Alonso de Santos está hablando de una realidad impropia de la norma social de la comedia, pero coherente con la sociedad contemporánea en que vivimos. Tan coherente, como que ese estado de marginalidad es posible por culpa de la misma sociedad. Estamos ante una realidad poco grata, fea, cruda y cruel, caracterizada por un apreciable número de personajes salidos de ese medio sórdido e ingrato, con terribles historias detrás. Y todo ello, dentro de una línea estética que ha caracterizado la producción dramática de Alonso de Santos, cuya entidad como autor le hace participar de géneros tan dispares como el sainete y la tragedia” (4).

            Gloria Fuertes y José Luis Alonso de Santos emparentan, una a través del cauce poético y el otro por la más convencional vía teatral, con ciertos aspectos del sainete, a través de los cuales llegan muchas veces a la tragedia grotesca. A lo que nos referimos cuando hablamos de sainete es a “obritas que son cuadros de género o costumbristas, en las que se critican y —a veces— ridiculizan modas y usos sociales, desde una perspectiva realista […] y con una intención didáctica y moralizante” (5). En este subgénero también se suelen trasladar ambientes populares abordados con prisma realista y mediante diálogos jacarandosos. Y cuando al sainete se le añade cierto componente caricaturesco se obtiene un resultado trágico y grotesco  que llega a producir “efectos tanto cómicos como poéticos” (6).
            Nuestros escritores acostumbran a partir de un costumbrismo que, en un momento dado, se torna no complaciente por lo irónicamente enunciador-denunciador. Y es que el gracejo y desparpajo que ambos emplean, generando harta hilaridad, no ocultan el escenario y circunstancias que refieren. Veamos, por ejemplo, en dos pasajes, uno de cada cual, cómo es atraído el tema de la prostitución:

OTRA CHICA DE ALTERNE

—Soy de un pueblo sin mozos.
Yo quería ser bailarina ¿sabe?
… estudié ballet,
pero era muy duro para mí
seis horas de barra.

Ahora también hago la barra
pero es otra cosa con ginebra y tíos.

Hay noches que procuro no “ligar” ¿sabe?
Me invento historias…
—el casado se asusta
me paga y se va—.
Y yo como una reina
a mi pensión solita
a oír el diario hablado.
Tan ricamente (7).

            Observamos cómo el poema posee incluso tintes astracanescos y, pese a suscitar el uso del lenguaje, ingenioso y desenfadado a un tiempo, cierto regocijo, al fondo queda un hondo poso de marginalidad y desencanto, semejante al que suscita el siguiente fragmento teatral:

CAMARERA. La Tere hoy no viene. Está en el hospital. Me lo ha dicho la Juli, que se lo habían contado aquí al lado, en La Española.
MUJER. ¿En el hospital? ¿Qué le ha pasado? ¿Le ha pillado un coche, o qué?
CAMARERA. No sé. A mí sólo me ha dicho la Juli que estaba en el hospital.
MUJER. De todas formas, aunque no venga la Tere, están también la Charo y la Juli. ¡Ah! Y Juani “la gorda”.
CAMARERA. Juani “la gorda” no se come una rosca. Y las otras dos no te llegan a ti ni a la suela del zapato.
MUJER. Aunque esté yo sola no me lo saco, te digo. Ya ves cómo va la noche, fatal. Debe ser por la televisión. Como retransmiten la guerra, se queda todo el mundo en casa a verla.
CAMARERA. Pues súbeles la tarifa a los que vengan. Diles que con guerra, follar es más caro. Por lo del petróleo y esos jaleos que dicen en la tele.
MUJER. Sí, a ver si te crees tú que los americanos son tontos, aunque sean nuevos. Lo primero que hacen al llegar a la Base en los aviones es preguntar cuánto cuesta echarse un quiqui aquí en España (8).

            También comparten Fuertes y Alonso de Santos el gusto por la traslación del lenguaje callejero a sus obras; ambos participan del frecuente uso de los registros coloquial y vulgar, dotando Gloria a su voz poética y José Luis a las de muchos de los personajes de sus obras de ese habla descocada que acaba integrándose en el conjunto como recurso poético en sus dimensiones lírica y epistemológica. Gloria en un pasaje del poema “La casa de enfrente” se expresaba así: “[…]/Se jode a troche y moche/día y noche,/ aunque niños no nacen,/—ni siquiera los hacen—.//Trompas ligadas,/abrigos de visón/en excriadas. […]” (9). Veamos un pasaje de “Yonquis y yanquis”, de Alonso de santos:

ÁNGEL. Que yo ya no me pongo, te he dicho. He vuelto limpio del trullo.
NONO. ¿Sí? ¿Y cómo lo llevas? ¿No te da el mono?
ÁNGEL. Jodido lo llevo, pero no me pongo.
CHARLY. Bueno, ¿vamos a por ése o no? Porque si nos vamos a quedar aquí metidos toda la noche diciendo paridas, yo me abro.
NONO. Y yo, que tengo una titi esperándome para follar, que lo sabe el Ángel (10).

            El propio contexto de “Yonquis y yanquis” es del todo deprimido y deprimente, transcurriendo gran parte de la trama por entre los avatares de una familia desestructurada, como parece suceder en el siguiente poema de Gloria Fuertes:

NEORREALISMO

El orinal estaba descascarillado,
el niño se hirió el culito.
El niño no cicatrizaba.
Llamaron a la nodriza.
La curandera le recetó pomada.
El culito del niño no mejora nada.
El padre llegó bebido como todos los sábados.
La madre zurcía la sábana de quita y pon.
Los siete hermanitos
dormían felices y hambrientos
en la sola alcoba del apartamento.
Solo dormía y lloraba
el pequeño del culito infectado.
El padre pega al pequeño
antes de abrazar a su mujer
para hacerle otro (11).

            Y por entre la marginalidad brota en las obras de ambos el lance confesional que viene a explicar en cierto modo el porqué de ciertos “modus operandi” puestos en liza. Y sobre ese dejarse explicar a los personajes y a las propias circunstancias salta a la palestra una desafección hacia la política y hacia ciertos rasgos del sistema capitalista de fondo, siendo con frecuencia ambos aspectos escarnecidos al quedar expresado el absurdo imperante en el mundo en relación al cual erigen sus respectivas literaturas nuestros autores.


NOTAS
[1] González Rodas, Pablo (Edición de): “Introducción” en “Historia de Gloria. Amor, humor y desamor”, Cátedra, Madrid, 2008, pp. 31-53, cf. p. 31.
2 Cf. en Oliva, César (Edición de): “Introducción” en “Yonquis y yanquis. Salvajes (Dos tragedias cotidianas)”, Castalia, Barcelona, 2012, pp. 7-17, p. 44.
3 González Rodas, Pablo: “Op. cit.”, p. 33.
4 Oliva, César: “Op. cit.”, p. 17.
5 Ochando Madrigal, Emilia: “Del sainete al esperpento (evolución de los géneros literarios en España)”, “Revista de la Facultad de Educación de Albacete”, nº 8 (1993), pp. 111-118, p. 111.
6 “Ibid.”, p. 115.
7 Fuertes, Gloria: “Historia de Gloria. Amor, humor y desamor”, Cátedra, Madrid, 2008, pp. 291-292.
8 Alonso de santos, José Luis: “Yonquis y yanquis. Salvajes (Dos tragedias cotidianas)”, Castalia, Barcelona, 2012, p. 106.
9 Fuertes, Gloria: “Op. cit.”, p. 85.
10 Alonso de Santos, José Luis: “Op. cit.”, p. 114.
11 Fuertes, Gloria: “Op. cit.”, p. 309.



 
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